Opinión.
Por Marcela Stewart de Tovo
Directora del Holy Trinity College
Las redes sociales y su influencia en la vida de los jóvenes experimentaron un crecimiento significativo en los últimos 20 años, siendo los dispositivos móviles y plataformas digitales una parte cotidiana en la vida de nuestros estudiantes. A pesar de ser herramientas esenciales para potenciar el aprendizaje, resulta un gran desafío comprender el impacto que tienen a corto y largo plazo en el desarrollo de esta nueva generación.
Mitch Prinstein, psicólogo de la Asociación Americana de Psicología (APA), ofrece una perspectiva valiosa sobre cómo las redes sociales afectan a niños y adolescentes.
Es innegable que el ser humano aprende y se moldea a través de sus interacciones sociales. Como sostenemos en Holy Trinity College: “Yo soy porque nosotros somos”.
La ciencia confirma que las interacciones sociales de los jóvenes con sus pares influyen en su capacidad para establecer relaciones saludables, impactando en su bienestar emocional, mental y físico e incluso en su desarrollo profesional a largo plazo. Este impacto es más significativo que su coeficiente intelectual (Prinstein, 2018).
Esto explica por qué las redes sociales invadieron nuestras vidas en un lapso tan breve. Sin embargo, surge el interrogante sobre si generan interacciones positivas.
Las redes sociales, según Prinstein, a menudo fomentan interacciones sociales perjudiciales. Las interacciones positivas, fundamentadas en la empatía, el respeto, la compasión y la confianza mutua, son vitales para la construcción de relaciones saludables.
Lamentablemente, las plataformas se basan en métricas como “likes” y “followers”, impulsando a los jóvenes a publicar sobre sí mismos, ya sean verdades o falsedades, con el fin de captar atención.
Estos hábitos son opuestos a los necesarios para establecer relaciones sanas: son publicaciones despersonalizadas, anónimas y, en ocasiones, deshonestas. Son como las calorías vacías de las interacciones sociales. Aunque inicialmente puedan satisfacer necesidades psicológicas o biológicas, carecen de los elementos esenciales para nutrirlos.
De hecho, algunas investigaciones indican que las redes sociales pueden aumentar la sensación de aislamiento y soledad. A diario presenciamos situaciones donde grupos proyectan imágenes de actividades que excluyen a otros, generando gran malestar.
Sin embargo, no todo es negativo. Si se usan adecuadamente, las redes sociales pueden cubrir la necesidad de los adolescentes de comunicarse con sus pares de manera sana.
“Muchos de ellos pueden generar y mantener amistades en línea, ampliando sus posibilidades de interactuar con grupos más diversos, nutrir y compartir sus intereses”, agrega Prinstein. Estas plataformas pueden servir como espacios de autoexploración y expresión dentro de grupos de afinidad.
La adolescencia se considera un “período de vulnerabilidad”, en el cual los jóvenes anhelan recompensas sociales pero a menudo no pueden controlar sus impulsos. Prinstein explica que esto se debe a que, durante la pubertad, las áreas del cerebro asociadas con el deseo de “recompensas sociales” tienden a desarrollarse antes que las áreas responsables de la inhibición del comportamiento y la resistencia a las tentaciones.
Las plataformas de redes sociales, al recompensar a los adolescentes con “me gusta” y nuevos “seguidores” pueden estimular y alimentar ese deseo de recompensas.
Las investigaciones demostraron que los “me gusta” pueden normalizar comportamientos inapropiados en los adolescentes. Al examinar los cerebros de adolescentes expuestos a contenido inadecuado o peligroso en redes sociales simuladas, se observó que la corteza prefrontal, encargada de la toma de decisiones y el control de impulsos, se activaba.
Además, cuando se les mostraba contenido negativo que había sido “gustado”, los adolescentes exhibían
una inhibición saludable hacia esos comportamientos.
Así, la proliferación de contenido que promueve y normaliza trastornos alimentarios y autolesiones en las redes sociales generó preocupación. Los jóvenes no solo son expuestos a este tipo de comportamientos, sino que también son instruidos sobre cómo participar en ellos y cómo ocultarlos de los adultos.
El uso excesivo de las redes sociales en adolescentes a menudo presenta síntomas similares a las adicciones tradicionales. Esto se debe, en parte, a que los cerebros de los adolescentes no cuentan con el mismo nivel de autocontrol que los adultos.
El acoso, la victimización y la discriminación, especialmente contra individuos o grupos, son comunes en línea. Prinstein sostiene que “los escaneos cerebrales revelan que el acoso en línea activa las mismas regiones del cerebro que responden al dolor físico, desencadenando reacciones que imitan la agresión física y afectan la salud mental y física”.
Compararse con lo que se ve en las redes sociales es un desafío, incluso para los adultos. Estas plataformas nos llevan a compararnos con otros en aspectos como nuestras experiencias, nuestra imagen corporal y cómo nos percibimos.
Para los adolescentes, estas comparaciones pueden ser aún más perjudiciales, relacionándose con una menor autoestima y percepciones distorsionadas del cuerpo, lo que aumenta el riesgo de trastornos alimentarios, conductas poco saludables de control del peso y depresión.
El hábito de utilizar dispositivos justo antes de dormir está relacionado con dificultades para conciliar el sueño. La mala calidad del sueño se asocia con problemas de salud mental, bajo rendimiento académico y dificultades para manejar el estrés, incluso afectando el desarrollo estructural del cerebro en la adolescencia.
En vista de estos riesgos, es esencial que padres, educadores y responsables de adolescentes estén al tanto de los posibles peligros y beneficios de las redes sociales. La comunicación abierta, la educación en alfabetización digital y el establecimiento de límites apropiados juegan un papel fundamental en ayudar a los jóvenes a navegar de manera saludable y responsable el mundo en línea.
Consejos para educar en el uso seguro y responsable de internet
* De 0 a 4 años: Limitar el uso de los dispositivos, que no reemplace la compañía.
* De 5 a 11: Contenidos apropiados.
* De 11 a 15: Comfianza es ka clave, supervisar el tiempo de uso y configurar la privacidad.
* + de 16: Investigar sobre las relaciones sociales para empatixar.
*Buscadores seguros como Bunies y Kiddle.
*Apps de control parental: Seccurekids o Familylink.
* Prestar atención a los cambios de hábitos o de actitud, como alteraciones de sueño, estress, fracaso escolar, aislamiento.
* Guías de uso segurr de redes socialescomo YouTube Kids y Tiktok Safety, Facebook e Instagramsafety.